jueves, 4 de julio de 2013

Suicidios cotidianos II

Su asesino no la apuñaló 37 veces con su cuchillo de caza. Tampoco disparó sobre su cuerpo cuando tuvo la oportunidad. Ni la degolló, ni la decapitó, ni la asfixió. Su asesino se limitó a sentarse a la mesa de la cocina frente a ella y abrir el periódico con indiferencia. Cenó en silencio y esa noche durmió a su lado como siempre, sabiendo que todo es cuestión de método y que no es necesario llegar al extremo de apretar un gatillo para convertirse en el asesino de alguien.

2 comentarios:

  1. Interesante forma de verlo, no hace falta grandes escenografías para asesinar, basta con el desprecio cotidiano. Es peor no morir y estar muerto en vida.
    Sin embargo.. dejarse matar tiene también algo de suicidio.. Porque no nos engañemos ..a todos nos sale mejor inventamos excusas que huir.
    Bonito minicuento...y preciosa manera de contar.
    ;-)

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