sábado, 31 de octubre de 2015

Candados

En ese puentito, un puente majestuoso de un siglo en el que aún había emperadores, todos sellaban su amor. Venían de dos en dos, y a veces de tres en cuatro, con un candado por unión que dejaban bien amarrado.  El puente se hizo famoso. La eternidad en un puente. Por culpa de la película Amelie se había llenado de candados. Un día, el peso de tantos corazones hizo peligrar la vida del puente. Entonces la Administración mandó quitar las barandillas con una grúa gigante y llevarlas a reciclar. Hoy los candados-corazón son farolitos que alumbran los disturbios de las banlieu.

Noticia: http://m.20minutos.es/noticia/2475723/0/paris-pont-des-arts/retiran-quitan-candados/amor-barandilla/

martes, 11 de agosto de 2015

Dedos

–Hola, buenas tardeees. 

Nadie hace caso al hombre que grita en el metro.

–¡Yo no tengo deeedooos!

Algunos de los pasajeros del vagón lo miran y comprueban que Juancho Sánchez García, de 43 años, efectivamente no tiene dedos.

–¡Deeedooos! –continúa–. ¡Dedos para trabajaaar!

Juancho Sánchez García recorre el interior del vagón repitiendo la cantinela a cada paso. A cambio recoge monedas con los muñones que hacen de palmas. Sale del metro. 
Una niña aterrorizada sin embargo continúa el trayecto de la mano de su madre y se baja en Goya. 
Esa noche en sueños se le aparecen los dedos de Juancho Sánchez García. Son gusanos de seda gigantes y obreros que tejen. Y tejen. Y tejen. Y nunca llegarán a ser crisálidas. Porque tejen. Y tejen. Y no paran de tejer antes de que termine la noche. 
Al despertar la niña tiene un pañuelo empapado sobre la frente. 

–Sólo era una pesadilla por la fiebre –le dice la madre acariciándola.

La niña tiene un presentimiento y lo palpa. El pañuelo empapado sobre su frente es de seda. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Del revés del izquierdo

Para ponerse un jersey del revés, tiene que existir también el jersey del derecho. 
El jersey del derecho no tiene que ver con el del izquierdo. El jersey del izquierdo vive en los espejitos. 
Cuando los jerseys del izquierdo se dan la vuelta ya no tenemos ni nombres para eso.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Hospital provincial

Aquí se almacenan los hombres rotos. Las habitaciones están numeradas y los hombres rotos de dentro también. Cada una tiene al hombre número uno y al número dos. En torno a ellos hay personas que los llaman papá, primo, hermano... Son lo que quedarán de los hombres rotos cuando se hayan ido: los encargados de recordarlos. 
A veces los hombres terminan por romperse del todo. Otras, se medio arreglan y los ves con remendones por los pasillos.

lunes, 4 de mayo de 2015

Moncófar II

Los hombres se apilan en los bares. Las mujeres se beben en las cocinas. El trabajo se atrapa porque escasea y ya no es para los de fuera del pueblo. Los de fuera se reúnen dentro del pueblo, en la plaza. El alcalde promete empleos en el bar. Las elecciones se pierden (o se ganan) por siete votos. Y cuando alguien habla de ti en este pueblo, se cita a tu madre, a tu abuela y a todo tu árbol genealógico porque tú no te explicas sin él. O también porque tú lo reexplicas con tu existencia. Y en el cementerio los apellidos no son más de nueve o diez, y se repiten, alternan y modifican. Hay Vicentas, Vicentetas, Vicenticas, Vicens o Vis. Y yo creo ver a tu padre por las calles, pero tu padre está en el hospital. Yo sólo veo la tipología de hombre que es tu padre. Y los abuelos van en bicicleta y las mujeres son longevas.

sábado, 2 de mayo de 2015

Moncófar I

En las calles de Moncófar plantan todas la mañanas abuelos-macetas. Los ponen así, juntitos, al sol, para que se aireen y les dé la salud. 
Algunos crecen en sus pechos hojitas y también saludos que brotan de sopetón cuando pasas por su lado.

viernes, 1 de mayo de 2015

Arganzuela I

Un perro atado a un árbol. Perro-cuerda-árbol. El perro echa raíces. El árbol se desarraiga y camina. La cuerda se tensa. Las mañanas en el barrio son así: personas -que son cruces de otras personas- salen de puertas; personas -que son adioses y holas- entran en puertas; trasiego de coches en medio. Y perros-cuerdas-árboles que esperan en la tensión de la pausa-movimiento.

jueves, 23 de abril de 2015

Paracuak

Una bola de plumas blanca y vaporosa rueda por el suelo de tierra. Se detiene y abandona su forma esférica. De un lado asoma una pata; del otro, la segunda. Ambas se posan sobre la tierra, se estiran, elevan la cuasi-esfera plumífera un par de palmos sobre el suelo. 
El niño la mira con sorpresa. Han tocado la sirena y tendría que volver a clase pero no puede irse de allí justo cuando se le presenta la oportunidad de asistir al evento insólito de un paracuak naciendo. El paracuak despega de su tronco un ala y luego la otra. Sin prisa, deja transcurrir unos segundos. Finalmente desenrolla su cuello como si fuera una bufanda y queda cara a cara con el niño.
El niño y el paracuak se miran a solas en el patio del recreo. Los dos parpadean y se observan como dignos animales exóticos.

Apenas un segundo después el paracuak saca su lengua y envuelve con ella al niño, que no grita ni se defiende. No la cabeza, no un brazo, no el torso: el paracuak en realidad lo engulle y deglute por completo. Luego desciende, enrolla su cuello-bufanda, pliega un ala, tranquilamente la otra, se deja caer dos palmos, recoge una pata, y la otra, hasta que vuelve a ser esa interesante bola de plumas que rueda por el suelo de tierra de un patio de recreo. 

jueves, 2 de abril de 2015

Intersección nocturna

Tenían formas de amar opuestas. Una, desde la locura extrema; y la otra, desde la más centrada cordura. Se enamoraron una noche en que ambas estaban fuera de sí.

viernes, 9 de enero de 2015

El atropello

En el asfalto he dejado un compendio de plumas, alas, pico y patas, el bulto emplastado de lo que fue una paloma. Mi auto no se ha detenido, sólo ha registrado el ligero salto del atropello. No he necesitado parar el coche para comprobarlo. Sé que más que morir, esta paloma ha regalado su cuerpo al asfalto y ahora, cuando conduzco, me molesta con su aleteo confuso en los asientos traseros del vehículo.