La criatura llegó volando. Cuando divisó al niño con su mochila cargada de libros, agitó sus plumas de colores y planeó en círculos sobre él. El pequeño arrastraba los pies por la calle camino del colegio y no levantó la mirada. Fascinada, la bestia hizo una pirueta y se posó sobre la farola más próxima para examinarlo mejor. El niño sin embargo no le prestó atención y pasó por debajo como si nada.
Ni siquiera cuando aquel ser desplegó sus alas y aulló música aterradora, el niño mostró el menor signo de interés. Se alejaba ya por la esquina, cuando la criatura, desesperada, se plantó frente a él con los ojos inyectados en sangre.
-Es una pena que sólo seas un producto de mi imaginación -murmuró.
Ajeno a la maravilla, el niño continuó su camino.
Ni siquiera cuando aquel ser desplegó sus alas y aulló música aterradora, el niño mostró el menor signo de interés. Se alejaba ya por la esquina, cuando la criatura, desesperada, se plantó frente a él con los ojos inyectados en sangre.
-Es una pena que sólo seas un producto de mi imaginación -murmuró.
Ajeno a la maravilla, el niño continuó su camino.