viernes, 5 de julio de 2013

Suicidios cotidianos III

La acróbata avanzó por la cuerda. De pronto, se quedó mirando la retícula del suelo bajo sus pies. El pavimento podría ser ese dibujo con el que de niña le hacía la autopsia a la realidad. O un galimatías como aquel con que esbozaba chicas en la adolescencia. Así era el vacío a 100 metros de altura, un espejo de los sueños. Nada le impedía abandonar la cuerda y abrazarlos. Nada en principio. Nada salvo el público, que aplaudía sin compasion ante el espectáculo de una vida en equilibrio.

3 comentarios:

  1. ¿ el principio de realidad te separa de los sueños como el vértigo de caer al vacío..?? Bello.
    ¿de donde sales? ¿donde has estado estas últimas 40 vueltas al sol?
    Bello.

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  2. Me uno al público que aplaude sin compasión

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