El perro se topó con la calzada donde menos la esperaba ya, en el cruce perfecto que formaban su deseo de no atravesarla y la necesidad de estar al otro lado. Fue ese debate y no el coche plateado a 150 kilómetros por hora el verdadero elemento mortal de aquel desenlace.
Todo deseo implica un riesgo. Y el miedo se hace insoportable cuando se olvida lo efímera que es la vida. Es entonces cuando vivir es como morir y ...querer estar vivo tiene el riesgo de perder la vida.
ResponderEliminar:-) genial como escribes.
:)
EliminarLas fronteras del deseo, qué gran escenario para viajar
Gracias!