La muchacha de rizos pelirrojos devoraba los bíceps del camarero que, enamorado, le preparaba un capuccino al universitario taciturno de la esquina el cual a su vez no se atrevía ni en sueños a desenredar con su mirada la melena pelirroja de la muchacha apoyada en la barra.
Que bonito
ResponderEliminarGracias!
EliminarQue bueno! Vaya triángulo amoroso en una sola frase...
ResponderEliminar