domingo, 6 de octubre de 2013

Equidistantes

La muchacha de rizos pelirrojos devoraba los bíceps del camarero que, enamorado, le preparaba un capuccino al universitario taciturno de la esquina el cual a su vez no se atrevía ni en sueños a desenredar con su mirada la melena pelirroja de la muchacha apoyada en la barra. 

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